La COVID-19 ha tenido un impacto adicional y profundo en el hambre y la seguridad alimentaria, provocado por interrupciones en las cadenas de suministro de alimentos, pérdidas de ingresos, aumento de las desigualdades sociales, un entorno alimentario alterado y aumentos de precios.
Entre 720 y 811 millones de personas en el mundo pasaron hambre en 2020, un aumento de hasta 161 millones desde 2019.