El aumento de las emisiones de CO2 está provocando el calentamiento, la acidificación y la desoxigenación de los océanos y amenaza los ecosistemas marinos y a las personas que dependen de ellos, y está superando la capacidad de los océanos para moderar el cambio climático.
La pesca excesiva agota las poblaciones de peces, un tercio de las cuales ya están sobreexplotadas. Los contaminantes de origen terrestre, como la contaminación por plásticos y la escorrentía de nutrientes y aguas residuales, afectan negativamente los hábitats y comunidades costeros.
Estos cambios tienen repercusiones a largo plazo que exigen un aumento urgente de la protección de los medios marinos, la inversión en ciencias oceánicas y el apoyo a las comunidades de pesca artesanal, así como la gestión sostenible de los océanos.