En muchos países, las ciudades se convirtieron en epicentros de COVID- 19 y expusieron sus vulnerabilidades derivadas de la falta de viviendas adecuadas y asequibles, de sistemas de salud pública insuficientes y de infraestructuras urbanas inadecuadas tales como servicios de agua, saneamiento y residuos, transporte y espacios públicos abiertos.
Las desigualdades profundamente arraigadas provocaron un efecto desproporcionado de la pandemia en los inmigrantes, las personas sin hogar y los que viven en barrios marginales y asentamientos improvisados. Dicho esto, al responder a la crisis, algunas ciudades emergieron como motores de la recuperación económica, centros de innovación y catalizadores de la transformación social y económica. La recuperación de la pandemia ofrece la oportunidad de repensar y volver a imaginar las zonas urbanas como centros de crecimiento sostenible e
integrador.