El tráfico de vida silvestre amenaza la salud humana, el desarrollo económico y la seguridad a través de la propagación de enfermedades zoonóticas (transmitidas de los animales a las personas), que actualmente representan la mayoría de las enfermedades infecciosas emergentes.
La pandemia de COVID-19 nos recuerda que, al amenazar la biodiversidad, la humanidad pone en riesgo su propia supervivencia.
Para hacer frente a estos retos, se están realizando esfuerzos considerables para ampliar la gestión forestal sostenible y proteger zonas que son críticas para la biodiversidad. Los países también están promulgando leyes y principios de contabilización para que la naturaleza “cuente” y para abordar las amenazas a la biodiversidad, como la creciente propagación de especies exóticas invasoras. Es hora de poner la salud de nuestro planeta en el centro de todos nuestros planes y políticas.